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10.11.14

Rubén, un urbanita en el monte

Conocí Trasmonte hace unos meses, en uno de los pop ups que organiza Casa Josephine. Iñigo y Pablo me dijeron: “mira Ro, esta marca es muy Real Fábrica”. Y efectivamente hubo flechazo.

Al frente de este proyecto está Rubén. Un proyecto que comienza con miel, con hachas y más recientemente con objetos de cuero únicos como llaveros, bolsones o cuadernos de trabajo. No hemos podido resistirnos mucho, y ya podéis encontrarlos a la venta en la tienda, porque Rudo y Noble de Trasmonte ya está en Real Fábrica!


El objetivo inicial del proyecto era conseguir fondos para recuperar el tamaño original de las abejas, una de las grandes pasiones de Rubén. “En un principio surgió de una necesidad personal, tenía que podar encinas y enebros que estaban quitando mucho sol a mis colmenas, de modo que me busqué el mejor hacha artesana posible. Y una vez que la tuve en casa no me pude resistir, había que ponerla bonita, y de ahí a que otros quisieran tener una en casa no pasó ni un día” 

Y así comenzó a producir objetos que en principio él necesitaba, que usaba, y para los que buscaba los mejores artesanos y materiales. Rubén comenta que lo que los clientes destacan de sus productos es la honestidad, la sencillez y funcionalidad. Son objetos realizados a mano en los que la belleza no supone un obstáculo al uso que tienen, ni tampoco se busca a través de la adicción de elementos superfluos, simplemente surge de la forma. 


Os presentamos a Rubén con 4 preguntas rápidas,  “un urbanita en el monte”:

Cuando eras pequeño ¿qué querías ser de mayor? 
Dice mi madre que quería ser arquitecto para construirles una casa a mis padres. Si bien es cierto que estudié arquitectura y ejercí durante unos años, cuando solicite plaza en la universidad mi lista de carreras era de lo más variada: robótica, ciencias del mar, historia del arte, biología, física, literatura, todo lo que me gustaba. Siempre he sido de inquietudes variadas y simultáneas. 


¿Hasta qué punto influyeron en tu espíritu emprendedor el ambiente familiar en que creciste?
Ni idea. Mis padres eran maestros de escuela y me apoyaron para que estudiase dos carreras, y lo cierto es que en la Escuela de Arquitectura una de las cosas que reforcé fue el interés por todas las cosas, te fuerzan a hacerte experto en algo en una noche, y eso es muy útil a la hora de no amedrentarte frente al primer obstáculo. Veo mucha gente esperando que alguien le de un empleo, el que sea, porque piensan que es imposible tener una idea e ir a por ella. He oído mucho lo de "claro, es que tú eres creativo, es más fácil para ti". Todos somos creativos, nacemos así, todos hemos hecho figuritas con la plastilina en la guardería y pasteles de barro en el parque, y muchos se han olvidado de lo gratificante que es. 

¿Qué ha sido lo más satisfactorio hasta ahora de emprender? 
Muchos de nuestros clientes son fans de lo que hacemos y nos apoyan muchísimo, nos animan a seguir y proponen nuevos productos. Son nuevos amigos. Lo más difícil quizá sea ajustar los precios para el cliente teniendo que lidiar con el IVA; no me gusta regatear con artesanos que saben lo que hacen y saben lo que cuesta su trabajo, de modo que mis precios base no son Made in China, el IVA del 21% me desbarata todos los cálculos. 


¿Qué aficiones tienes? ¿Qué es lo que más te gusta hacer en la vida? 
No sé si son aficiones pero te puedo decir cosas que hago, cuido abejas, saco miel y propóleos, hago diseño gráfico y editorial para otros y a veces para mi, corro micromaratones (es un término mío para carreras por debajo del maratón), hago collage, organizo exposiciones colectivas de collage por todo el mundo (con mi socio Max-o-matic), veo series de televisión por temporadas, leo, paso mucho tiempo haciendo scroll en las redes sociales. Lo que más me gusta hacer en la vida ahora mismo es pasar el tiempo con mi sobrina de un año, Berta. 

¿Lo que más te gusta de tu región?
Este verano, cerca de Trasmonte, la Fuente Azul, el sifón más profundo del país, con un agua helada y pura, que brota en una poza del río Arlanza, con su miniplayita, sus rocas, buitres, encinas. Y en Madrid el restaurante Rayén, un sitio perfecto para el segundo desayuno del día, vegano, ecológico, hacen unos panes de impresión. Y ya somos amigos de los dueños, Noemí y Paulo, así que no se puede pedir más. 

Por último, ¿cómo logras el equilibrio entre trabajo y relax? 
Es muy sencillo, todo lo que hago me gusta o forma parte de algo más grande que me gusta. Así es difícil que surja el estrés, no necesito relax extra. Y muchas de mis actividades de trabajo incluyen visitas a artesanos, estancias en el campo, en el colmenar. El equilibrio surge solo. 


¿No os parece un proyecto especial? con magia, que irradia saber hacer y buen gusto, con un punto innovador que enamora. Y que estamos felices porque forme parte de Real Fábrica. Gracias Rubén!