Conozco a Luciana desde hace poco. Llegué a ella como ya a casi todo en esta vida, por Instagram, donde esta peruana que es más madrileña que yo, enseña un poquito de su día a día y de su vida como mamá del Niño Lechuga, también conocido como Juan: el niño que mejor come de toda España. Luciana es de esas personas que enganchan, y enganchan mucho. En cada fotografía que comparte, cada receta que sube a su blog, cada story que publica en su cuenta.... Cada cosita que hace nos transmite un cariño inmenso, un amor por compartir su filosofía de vida que no todo el mundo tiene. Ella se define a sí misma como periodista, bordadora empedernida y lo que más me gusta, "cocinera por necesidad, pero también por la paz mental", porque define a todos los amantes de la cocina que están a mil cosas, y que sienten que no les da la vida, como yo.
Cuando hablamos por primera vez me animé a pedirle que compartiese alguna de ésas recetas que con las que le hacían los ojos chiribitas de pequeña, ésas que esperaba con ansia en la mesa. Y como Luciana está a caballo entre dos mundos y dos gastronomías, como muchos de nosotros, se ha animado a enseñarnos a hacer arroz con leche a las dos maneras: a la española, el que ha aprendido a hacer con los años que ha pasado en España, y a la peruana; el clásico de su infancia, una elaboración con más ingredientes más dulce y cremoso, similar al manjar blanco según nos cuenta. Su catador oficial, el Niño Lechuga, ¡aprueba ambas versiones!
Arroz con leche a la peruana:
1. Una taza de arroz bomba
2. Una lata de 370 gramos de leche condensada
3. Cinco tazas de agua
4. 340 ml de leche evaporada
5. Una ramita de canela
6. Ralladura de limón y de naranja
7. Una pizca de sal
8. Canela en polvo
9. Un huevo, separado en yema y clara
10. Cuatro cucharadas de azúcar
11. Media taza de vino de oporto
Para prepararlo, primero calentamos el agua en una olla donde se añade la ramita de canela, y las ralladuras de limón y naranja. Una vez hierva, se añade el arroz, se tapa y se deja cocer a fuego lento hasta que el arroz absorba el líquido. Cuando ya esté, se le añade la leche evaporada y se remueve hasta que vuelva a hervir, soltando así el almidón del arroz para que espese y coja esa textura sedosa. En este momento incorporamos la leche condensada y seguimos removiendo durante diez minutos.
Cuando la mezcla es súper cremosa y espesa, lo retiramos del fuego, añadimos la yema de huevo mientras removemos y la mitad del Oporto. Con la otra mitad del licor, hacemos un almíbar con el azúcar en una olla, esto es sin que llegue a caramelizar, ¡ojo! Mientras reposa, batimos las claras a punto de nieve con el azúcar y vamos añadiendo poco a poco el almíbar templado, para que suban bien, con lo que conseguiremos una especie de merengue italiano, más denso que al que estamos acostumbrados. Cuando tengamos el merengue, lo mezclamos con la crema de arroz suavemente, con movimientos envolventes para que no pierdan el volumen. ¡Y ya está listo para servir y decorar con canela!
Arroz con leche a la española:
1. Un litro de leche fresca
3. 125 ml de agua
4. 25 gramos de mantequilla
5. Una rama de canela
6. Ralladura de limón y de naranja
7. Una pizca de sal
8. 125 gramos de azúcar
Primero calentamos el agua en una olla grande mientras hervimos la leche en un cazo más pequeño. Agregamos el arroz en el agua una vez que está hirviendo y removemos. Cuando esté caliente la leche la añadimos al arroz junto a la mantequilla, la sal, la ramita de canela y las ralladuras. Bajamos el fuego y lo dejamos cocer durante dos horas. Cuando el arroz ya esté en su punto blandito, le incorporamos el azúcar, ¡y ya está listo para servir! Lo podemos espolvorear con azúcar y caramelizarlo con un soplete, para que tenga ese punto crujiente de la crema catalana.
La cata del Niño Lechuga. |
1. ¿Además del arroz con leche, qué otras recetas recuerdas con cariño de tu infancia?
Los estofados, las lentejas y sobre todo los postres. La leche asada, los brownies y las galletas de azúcar. Les tengo especial cariño a los dulces porque mi mamá siempre ha sido más de dulce y recuerdo pasar con ella y con mis tías momento inolvidables en la cocina. Yo siempre era la encargada de engrasar los moldes, no me gustaba nada porque era como de niños pequeños y yo lo que quería era coger cuchillos, meter cosas en el horno y romper huevos pero poco a poco me fui ganando mi sitio y así hasta hoy.
2. ¿Qué olores de la cocina te marcaron?
Siempre recuerdo el olor de la cocina cuando hacían escabeche en casa, me encanta el vinagre y me hacía esperar con ansias la hora de comer. Luego cuando me lo metía en la boca mi cabeza volaba. Me pasa lo mismo hoy en día cuando lo hago en casa.
3. ¿Cuántos os sentabais a comer?
¡Los fines de semana, más de diez! Sobre todo los domingos de verano. Mis padres tienen una casita de playa al sur de Lima y los fines de semana dan auténticos festines para toda la familia. La mesa es larga, parece eterna, y siempre está llena en el desayuno, la comida y la cena. Esa casa está llena de risas.
Luciana y su hermano dándose al buen comer desde muy pequeños. |
4. ¿Los domingos en tu casa se hacía algo especial cuando eras pequeña?
Mi mamá siempre ha sido de variar y en casa siempre se ha comido diferente. Lo mismo nos hacía una lasaña que un magret de pato con peras. Pero lo que sí recuerdo como una constante es el merengado de chirimoya que preparaba y nos sigue preparando. Es que lo estoy contando y estoy salivando, qué rico es. Capa de merengue, capa de chirimoya, capa de nata montada, capa de chocolate, capa de manjarblanco y vuelta a empezar. Al final lo termina con unos rulitos de chocolate negro.
5. ¿Cuáles son los dos platos más tipicos (y que más te gustan) de la región donde te criaste? ¿Y de España?
Mis platos peruanos favoritos son: el pastel del choclo con queso y el tiradito de ají amarillo. Me vuelven loca. Tengo más pero como sólo puedo elegir dos me quedo con esos aunque a lo mejor si me preguntan mañana digo otros que no tienen nada que ver, jajaja. De España me encantan los boquerones en vinagre, soy una loca del vinagre. Cuando los veo en un bar y no me los ponen de tapa sufro, jajajaja. La escalivada también me aloca, y hasta que llegué a España no tenía ni idea de lo que era comerse un pimiento rico, con ese toque dulce.
Y ahora les voy a contar la historia de mi dulce favorito, uno que sólo he comido dos veces (dos días seguidos). Hace como siete años Borja, mi marido, me llevó de viaje a Cantabria y nos quedamos en un hotel frente al mar en San Vicente de la Barquera. Pues en ese sitio, el Hotel Miramar, tienen un postre que me hizo llorar de alegría: crema tostada. Era una especie de crème brûlée súper cremosa con una capita de caramelo crocante y la sirven en una copita de metal ¡una locura! No la he vuelto a ver en ninguna carta, ni he dado con la receta. Sueño con ella y mi marido puede dar fe porque lo tengo frito.
He dado la vuelta a España y no he parado en Madrid y eso no puede ser. De Madrid me encanta el cocido de mi suegra y el que me ha enseñado a hacer, los bocadillos de calamares de la Plaza Mayor y las patatas bravas con salsa brava de verdad! ¿Soy bastante de cosas de toda la vida, no?
6. ¿Cómo te ha marcado la cocina de tu familia en tu relación de hoy día con la comida? ¿Y en tu afición por cocinar?
En mi casa vivimos para cocinar y comer. Desde chica me han enseñado a respetar mucho no sólo los alimentos, sino también el acto de disfrutar de la mesa, así que para mí la comida es sagrada y una parte muy importante de mi día a día. En casa siempre nos hemos sentado juntos a comer, sin tele y sin prisas. Siempre se ha disfrutado mucho de planificar los menús y no puedo pensar en un solo miembro de mi familia al que no le guste cocinar: aunque sólo sepa hacer una cosa, esa cosa le sale de vicio. A mi hijo lo he educado en esta cultura del comer y me está dado muchos frutos.
Muchos de mis recuerdos más bonitos son en la cocina porque me ha hecho compartir muchos momentos con mi familia. Recuerdo las tardes de verano cuando mi mamá hacía suspiro a la limeña. Mi abuelo siempre montaba las claras y es un recuerdo precioso que tengo de él. Era enorme, medía 1.94, y se sentaba en un banco alto de la cocina de la playa con el bol y el batidor eléctrico. Lo recuerdo perfectamente con las rodillas dobladas y el bol en el regazo montando las claras como si no hubiera mañana. A veces tengo que esforzarme para recordar su cara, pero esa sensación de orgullo de nieta cuando le veía montando claras, esa sí que no se va.
¡¡¡Viva el cuchareo!!!
Un beso grande muy grande
Lu
Y hasta aquí todo lo que nos quería contar Luciana, ¡muchísimas gracias por todo! No olvidéis visitarla en su Instagram o su blog, donde tiene unas recetas de morirse. Mientras tanto, podéis encontrar el arroz perfecto para hacer esta receta entre nuestros Ultramarinos, así como mucho peltre para acompañar la presentación, como Luciana. Nosotros os seguimos enseñando todas las novedades en Instagram, Twitter y Facebook.
En las dos recetas pone "a la española" aunque la primera tiene pinta de ser la peruana. :-)
ResponderEliminarUy, muchas gracias, lo cambio ya mismo!
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