El culto a la artesanía ha hecho renacer el “hecho a mano”, durante décadas arrinconado por la producción en serie. En los albores del S. XXI, el hand made es una marca de prestigio. Hace años, llevar un jersey tejido a mano, poner una mesa con platos de cerámica o recostarse en un cojín bordado carecía de mas mínimo glamour. Lo artesanal se ha confundido desde hace mucho con lo rústico, cuando precisamente las urbes han crecido al calor de los talleres artesanales.
Pero los tiempos, también los actuales, cambian y, ahora, estamos cansados del plástico, de las técnicas industriales, de los acabados perfectos, de las texturas insulsas y de los colores estándar (por más que la eficiencia de todo ello sea indiscutible).
Añoramos los tejidos de lino, las alfombras de lana, las imprecisas burbujas del cristal soplado a mano, las maderas torneadas, las lloronas lámparas de lagrimas, los delicados cojines ribeteados, los asiento de mimbre trenzado, y todos esos objetos que denotan la pericia y la sensibilidad de unas manos. Después de todo, somos humanos”.
Pero no, no hemos sido nosotros quienes escribimos este texto maravilloso, pero no podríamos haber expresado mejor nuestra razón de vida y nuestra forma de pensar.
Habitania nº 111. Siempre Habitania.
