“Comercio virtual y real llevan camino de fusionarse. Pero nadie pone el grito en el cielo contra los falsos vendedores de bits cuando nacen las tiendas online. Y es que la fórmula del éxito comienza por una constatación más bien sencilla: “ofrezca los que los demás no ofrecen”.
Es una boutade, por lo tonto, que el pequeño comercio se ponga a hacerles la competencia a las grandes superficies. De ahí que para éste, ellas nunca sean un enemigo a batir. ¿Cómo iba el pequeño comercio a luchar contra quienes ya ofrecen horarios interminables, infumables e inasumibles? El nicho de mercado de la desatención pura y dura durante las veinticuatro horas, sumada a una inmensa fila de jovencitos tecleando los precios y emitiendo comprobantes de compra está más que copado.
Pero es que nadie ha dicho que el target u objetivo del pequeño comercio español deba ser el homínido autóctono. Y en eso perdónenme pero la gran superficie y el pequeño comercio están a punto de parecerse. La apertura libre en fines de semana, durante el día y la noche, podrá devolver a nuestro país la gran cantidad de divisas que tan alegremente hemos esparcido por el extranjero en años atrás, gracias al bajísimo injustiprecio de los billetes de las aerolíneas.
Corachán y Delgado, Madrid |
La operativa del pequeño comercio, e incluso la reorientación de su política productiva en bloque, parece asumible, y en ello gana la batalla al mall. El alza del recrudecimiento tecnológico que se va a experimentar en un futuro no muy lejano será un factor determinante también en la diferenciación entre lo grande y lo pequeño. Los grandes tirarán hacia donde siempre: la reducción de personal y el abaratamiento de los costes. Con cajas totalmente automáticas, que ni tan siquiera necesitarán leer un código de barras, y métodos de pago instantáneos, el cliente notará una mejora del servicio debido al aumento de su rapidez y efectividad, eliminando por completo una interacción social ridícula e innecesaria para una transacción deshumanizada.
Por lo mismo, el pequeño comercio no deberá luchar contra el anterior agarrándose al vector en dirección contraria. Bien que el residuo humano será totalmente necesario por mor de la diferenciación, las tecnologías deberán ponerse al servicio del valor añadido, que vendrá ante todo del terreno de la información y de la emoción. El futuro y el presente del pequeño comercio está en su capacidad de reinventarse y de poner a la humanidad y a la tecnología al servicio de un valor añadido que el gran comercio nunca podrá ofrecer.
Malababa, Madrid |
Malababa, Madrid |
Cuando pensamos en el antiguo comercio de hace no más de veinticinco años, lo más sofisticado eran unas mostrencas cajas registradoras que se accionaban mediante una frankesteniana palanca para imprimir un estrechísimo comprobante de compra apenas descifrable.
Ésa es la sensación que tendremos dentro de treinta años cuando pensemos en las actuales tecnologías informacionales y sensacionales para incitar a la compra, utilizadas al día de hoy por todo tipo de comercio. Hablo de los cromañonianos códigos de barras, la infernal música invasiva, los maniquíes con un único modelo de ropa sobre sus nalgas de polipropileno, o la cutrez del mismo ambientador barato a diario.
Una nueva interacción del cuerpo completo con la información, y una interacción con las diferentes etapas emocionales abandonadas a la suerte del pasado por el nuevo hombre. Sólo esas dos sensaciones están cerca de salvar al pequeño comercio. Un comercio que podríamos bautizar como el comercio de la inteligencia o comercio inteligente. Y que me aspen si a ese tipo de comercio tenemos que llamarlo pequeño. Además, no sólo habrán de ser tecnologías visuales las que abarroten de forma invisible los nuevos lugares de venta de productos, informaciones y sensaciones, bien que se sigue y se seguirá comprando y comiendo siempre con los ojos.
El gran comercio solamente es visual, y a fuerza de su masificación tiene pocas alternativas. El pequeño comercio habrá de explotar los veinte sentidos para que podamos comer en esta nueva época también con el tacto, el oído, y el gustolfato.
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