Con lo pesada que soy seguro que ya estaréis al tanto de lo que realmente me encanta de haber creado Real Fábrica es que cada equis tiempo tengo que ir en busca de nuevos productos y a conocer a nuevos artesanos. Probablemente estas #burrirutas son de las cosas que más disfruto de mi trabajo, el recorrerme pueblitos de tan solo unos cientos de habitantes para redescubrir esas joyitas de nuestra artesanía y gastronomía de siempre.
No sé si os habéis dado cuenta, pero básicamente donde crece el palmito, allí que es típica la cestería de Palma. Por eso el Levante español es una de las zonas con más tradición, por ejemplo en Mallorca las Madones de la Llata hacen joyitas como estos bolsos y carteras de mano, con este trenzado tan fino y delicado que enamora. Pero si algo conozco bien, es la manera en la que se trabaja el palmito en Andalucía, ya que la mayor parte de nuestros cestos los hemos ido encontrando por allí, donde es una de los oficios artesanales más frecuentes y de los más sacrificados ya que el proceso se hace desde el principio 100% manualmente. El palmito se recolecta cortándolo con una hoz pequeña a finales de verano y se deja secar al sol, para que pierda el color verde de la hoja y adquiera el color crema que le caracteriza. Luego se trata con un escaldado para que sea posible trabajarla y trenzarla y tras otro secado rápido, se puede empezar a trabajar con la paciencia y esmero que sólo te dan años y años de trabajo.
El año pasado me recorrí Andalucía de arriba a abajo hasta que encontré a María, la artesana que sigue trabajando la caña de la manera perfecta para confeccionar nuestros cestos Birkin de caña, ya que es un trenzado muy particular y la caña es un material muy duro de trabajar, razón por la que yo creo que es una artesanía que tristemente está ya casi en extinción. Esta historia ya os la contamos por aquí, pero no la de Manuel. Siempre me ha resultado curioso cómo los artesanos, si son vecinos, suelen conocerse entre sí y compartir sus maneras y técnicas, lo que permite que una zona sea reconocida por una técnica en particular y como ya María me conoce, en una de mis visitas me habló de Manuel, uno de sus amigos de la juventud, y de sus cestos: "tú vete, que te van a encantar". Y allí que fui y, por supuesto que me encantaron, ya que los cestos de palmito trenzado de Manuel son completamente diferentes a los que había visto antes.
Cuando llegué al pueblito pregunté por él y por Juli, su mujer y no tardé mucho en dar con ellos, ya sabéis cómo es la vida en los pueblos. Ambos son encantadores, y cuando me enseñó los cestos aluciné, ¡qué preciosidad! Probablemente sean uno de los cestos de palmito más especiales que tengamos en Real Fábrica: además de la forma que hace la manera en la que trenza, el acabado es impecable. Es alucinante que Manuel haga estos cestos trenzados tan sólo como hobby, como una manera entretenida de matar las horas muertas. Y como cualquier producto artesanal, el proceso lo hace él todo: recoge la palma y la seca y empieza a trenzar con una técnica que yo al menos no había visto antes. Juli es la mayor fan de su trabajo y siempre está súper pendiente de él, ya que aunque Manuel disfrute del proceso, le tiene que echar muchas veces la bronca ya que le duelen las manos mientras trenza.
Cada vez que les visito le digo: "Manuel, pero hágame más cestos, que esto yo en Madrid lo vendo estupendamente" y él re ríe porque no quiere saber nada de estas cosas, él simplemente disfruta del proceso y por eso va poquito a poco. No tiene prisa y mucho menos hace esto por dinero, sino por simple amor por las cosas bien hechas y de siempre.
Así que hemos traído una nueva ronda de estos cestos a nuestra tienda. ¿Entendéis ahora por qué se nos agotan tan rápido los bolsos? Intentamos que todos nuestros productos sean tan especiales como bonitos, y que también tengan una historia detrás. El año pasado os volvieron locas, y aunque este año hemos convencido a Manuel para que nos mande alguno que otro más, son unas pocas unidades.
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